Existe un mundo por descubrir el Parque Nacional de Talampaya. No se trata sólo de sus espectaculares cañones formados por lenguas de glaciares hace 17.000 años, no se trata sólo de sus fósiles que datan de 250 millones de años, no es sólo el fabuloso paisaje Triásico y su fauna exótica, ni los finos arroyos de agua cristalina que la recorren. Como dijimos, es universo por descubrir tramo por tramo, detalle a detalle.
Si bien a algunos lugares puede llegarse en combi o en bicicleta, recomendamos prepararnos para una cómoda caminata, la mejor manera de recorrerla. Con buenas zapatillas de trekking o borceguíes, ropa liviana, agua, protector solar y un gorro estamos listos para emprender el viaje. Los tramos más largos son de 10 a 12 km, pero vale la pena transitarlos ya que su final será recompensado con las mejores vistas del cañón.
El Parque Nacional se organiza en cuatro áreas: el más conocido cañón de Talampaya, Ciudad Perdida, Quebrada Arco Iris y Quebrada Don Eduardo. Esta última es la menos visitada por su lejanía pero sin embargo es la que mejores experiencias ofrece. Vale la pena intentarlo.
La excursión arranca bien temprano en la mañana para evitar el sol, en una camioneta junto a la entrada del parque. En el lugar suele soplar fuertemente el viento cálido y seco del Zonda, sobretodo en invierno, por lo cual es importante mantenerse bien hidratado en todo momento del viaje.
A los pocos minutos ya nos encontramos en el punto de partida: el lecho del río seco del canon de Talampaya. A la vera del río crecen algarrobos de tronco retorcido varias veces centenarios, algunos incluso cercanos a cumplir el milenio. Y tras uno de ellos se entra en la Quebrada Don Eduardo. A partir de este momento, las grandes rocas triásicas nos sorprenden con huellas de hace 250 millones de años.
De hecho, fue en el vecino Valle de la Luna -que es parte de la misma cuenca con Talampaya- donde se encontraron los fósiles de aquellos ancestros nuestros y del Eoraptor lunensis, el dinosaurio más antiguo que se conoce, es decir el primero de la cadena evolutiva (70 cm de alzada).
Estas distintas eras están impresas en las paredes del cañón y en las rocas en forma de estratos o capas de tierra de distinto color y dureza. La superficie de la Tierra es una sucesión de placas a 60 kilómetros de profundidad que flotan en el magma incandescente del núcleo terrestre. El Parque se encuentra sobre la placa Sudamericana, que choca desde hace millones de años con la placa de Nazca, la cual llega desde las profundidades del océano Pacífico. Por eso Chile se sacude cada tanto y surgió la cordillera de los Andes, como un plegamiento de la placa Sudamericana, resultado de la potencia descomunal del choque. Así se formaron los Andes, la cordillera más joven de la Tierra.
Pero volviendo al parque y sus atractivos, Talampaya es un auténtico archivo geológico de los cambios climáticos ocurridos durante millones de años y están ahí para apreciarlos. Con la colaboración de un buen guía podremos sacar el mayor provecho de toda la información que ellos guardan en sus descomunales paredes de 180 m.
En Talampaya el suelo que pisamos tiene 250 millones de años, y lo ocurrido hasta nuestra era puede verse en la ladera de los cañones formados por glaciares que fueron empujando la tierra acumulada Era tras Era. Un camino al pasado todavía habitado por reptiles y roedores únicos en su especie y en el mundo.