Con la llegada del verano a La Rioja, las vides renacen y se empieza a descubrir la ruta del vino, surgen circuitos alternativos para conocer lugares no tan conocidos, así surgen circuitos a Laguna Brava, los nogales de Famatina, el cablecarril La Mejicana, la Quebrada del Cóndor y el sorprendente Talampaya.
En el límite con Chile se encuentra Laguna Brava, un paraíso escondido en la Cordillera de los Andes.
Es una Reserva Natural de 5.000 hectáreas, ubicada 450 kms al oeste de La Rioja capital, creada para preservar las comunidades de vicuñas y guanacos que estaban al borde de la desaparición.
Otro de los lugares vírgenes para descrubrir, es el Cañón de Talampaya.
Son sorprendentes las figuras de piedra talladas por la acción del tiempo y del viento, que resplandecen bajo el sol o bajo la luna. La Catedral es una de las paradas del circuito, con sus agujas góticas.
La Rioja también es conocida por tener un clima perfecto para la producción de vino. La Ruta del Vino está integrada por 35 bodegas, y Chilecito es el polo vitivinícola, con el 75% de los establecimientos. El resto de los establecimientos están en Anillaco, Villa Unión y Famatina.
En este circuito se puede apreciar el arte de la elaboración casera, con las nuevas técnicas y tecnologías modernas de los grandes productores de miles y miles de botellas.
Otro de los manjares riojanos, son las nueces de Famatina. Entre las sierras, encontramos la Finca Huayrapuca se dedica a la producción de nueces, y abrió sus puertas al turismo con la propuesta de mostrar el proceso de elaboración de este fruto.
Por las condiciones climáticas del valle, hace que sea de las mejores del país. En la gastronomía casera y tradicional riojana, la nuez es un ingrediente estrella.