Las imágenes del Señor y la Virgen del Milagro mantienen un profundo significado entre los salteños. Una tradición que lleva más de tres siglos.
Por estos días, Salta vive una de sus celebraciones más tradicionales y emblemáticas: la del Señor y la Virgen del Milagro, la fiesta religiosa más importante de la provincia.
Se trata de una de las manifestaciones de la fe católica más populares de la Argentina y por ende figura en el calendario turístico nacional.
Su momento culmine será el próximo miércoles (15 de setiembre) con la procesión en honor a los santos patronos y la renovación del pacto de fidelidad con el Señor y la Virgen del Milagro.
Esta festividad se lleva a cabo desde 1692 y todos los años convoca a fieles que se acercan para rendir homenaje, pedir y agradecer por los favores concedidos. Caminatas de peregrinos que recorren kilómetros y novenarios, son parte de la postal más recurrente.
Resulta que en 1592, el obispo de Tucumán Fray Francisco de Victoria concretó la donación al pueblo de Salta de la imagen de Cristo crucificado, cuyo destino sería la iglesia matriz de la ciudad.
La llegada a tierras americanas de la imagen fue, según los relatos, auténticamente milagrosa. Aseguran que llegó flotando en un cajón al puerto de El Callao, Perú, junto a otro que contenía una imagen de la virgen del Rosario destinado al convento de Santo Domingo, en Córdoba.
Jamás se supo qué embarcación las trajo desde España.
Desde Lima emprendieron viaje a su destino a lomo de mula y una vez en Salta, la imagen del Cristo fue depositada en la sacristía de la iglesia matriz y no fue objeto de veneración por espacio de cien años.
En el año 1692 la Inmaculada Concepción de María, que luego se llamaría Virgen del Milagro, se encontraba a tres metros de altura en un nicho del retablo del Altar Mayor.
Cuenta la historia que aquel 13 de setiembre, después de los fuertes y reiterados temblores que destruyeron la ciudad de Esteco, se encontró la imagen en el suelo sin que hubiera sufrido daño su rostro ni manos (pero había perdido los colores de la cara y se había vuelto parda).
La imagen fue llevada a la casa del alcalde Bernardo Diez Zambrano donde oraron toda la noche. Al día siguiente, se la colocó en el exterior de la iglesia matriz donde continuaron los cambios de colores del rostro y fue entonces cuando muchos fieles comenzaron a llamarla "del Milagro".
Una nueva historia empezaba para los salteños, que jamás abandonarían su devoción.
Rememoran también que ese día, el padre jesuita José Carrión recibió la revelación de que el Santo Cristo Crucificado de la iglesia matriz, al que no le manifestaban devoción, habría perdonado a Salta a pedido y súplica de la Madre de Dios del Milagro.
Los padres jesuitas recordaron entonces al Santo Cristo, lo liberaron de su encierro y lo colocaron frente a la iglesia que la Compañía de Jesús tenía en el centro de la ciudad. La imagen fue sacada en procesión con el ruego de que cesaran los temblores, lo que finalmente ocurrió.
Al amanecer del 14 la tierra dejó de temblar pero volvió a estremecerse a la noche, en medio de procesiones y rogativas. El 15 volvió la calma y con ella se comenzó a hablar del "milagro", designando a la Inmaculada como Virgen del Milagro.
En 1902, el Papa León XIII concedió la Coronación Pontificia de la Virgen del Milagro y el 13 de setiembre se coronó al Señor y la Virgen del Milagro.
Esta es, sin dudas, la festividad más importante, a la que no sólo asisten todos los salteños, sino fieles de provincias vecinas. Los cultos del Milagro se celebran entre el 6 y 15 de setiembre de cada año. La novena data de 1760 y su rezo tiene lugar entre el 6 y 14. El solemne Triduo se realiza en la Catedral Basílica de Salta el 13; 14 y 15.
El miércoles próximo las Santas Imágenes recorren en procesión las calles de la ciudad, acompañadas de cientos de miles de fieles, en una de las expresiones populares más importantes de la Argentina.
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