Desde San Miguel de Tucumán se puede iniciar el camino de conocer el interior de la provincia, la verdadera tradición tucumana en plena selva.
Así llegamos a Famaillá, conocida como la “Capital nacional de la empanada”. Se puede probar una auténtica empanada en horno de barro, con carne cortada con cuchillo, cebolla de verdeo, morrón, pimentón y comino.
El río Los Sosa se abre camino en la selva, con muchas curvas entre las cañas colihue, helechos y alisos.
La subida comienza y entre curva y curva se llega al gran Monumento al Indio Calchaquí, el Parque de Los Menhires que está formado por esculturas de piedra creadas hace 3 mil años.
Luego, aparece Tafí del Valle entre las montañas, con sus laderas teñidas por un verde intenso y compacto. Además de probar el rico queso, se pueden hacer cabalgatas y caminatas, o simplemente, llegar hasta algun mirador natural para contemplar los Valles Calchaquíes.
En el cerro El Pelao, los mas intrepidos pueden realizar vuelos en aladelta, o bien, practicar deportes acuaticos en el lago de la represa.
Siguiendo hacia el norte por la Ruta 307, del otro lado del Abra del Infiernillo, se cuidan los tesoros de la comunidad indígena de Amaicha del Valle, donde en agosto se realiza la Fiesta de la Pachamama.
A 8 kms del pueblo, por una senda entre casas de adobe, están las Ruinas de los Cardones que se mantienen en la cima de dos cumbres rocosas.
A 18 kms de Amaicha, se encuentra la “ciudad sagrada” de la comunidad quilmes, que revive la identidad y la cosmovisión de una civilización que empezó a florecer hace 9.000 años, hasta que en el año 1666 los pobladores fueron expulsados por los conquistadores españoles.