Para capturar a las vicuñas los turistas tendrán que hacer un cordón humano y caminar hacia los corrales de piedra para encerrarlas.
Desde 2003 las comunidades catamarqueñas recuperaron el Chaku, que consiste en el encierro y captura, esquila y posterior liberación de vicuñas silvestres con las técnicas de los pueblos precolombinos, respetando el ecosistema. Y coincidieron en que la mejor estrategia para no volver a perderlas es darlas a conocer a las nuevas generaciones y a todos los pueblos. Por eso los turistas pueden participar activamente de todo el proceso, admirando el trabajo comunitario de los habitantes de Laguna Blanca que permite aprovechar el valioso recurso del que los provee la naturaleza.
Como cierre del evento, un festival popular y feria artesanal permiten también tomar contacto con la gastronomía, la producción artesanal y el folclore, valiosas expresiones de la cultura catamarqueña. Nicandro Suárez, director de Turismo de Villa Vil, explica que “aquellos turistas que quieran participar del encierro deberán estar a las 8 de la mañana del sábado próximo en el pueblo para numerar los vehículos y escuchar las indicaciones para no perturbar el trabajo. Luego, también podrán ser parte de la esquila de la vicuña”.
Fuente de vida
La vicuña, animal silvestre fue, en tiempos remotos, fundamental para sobrevivir en la Puna. Su carne era utilizada para el consumo y la fibra para la confección de tejidos e hilados. Cada tres años, los incas organizaban un Chaku: un grupo de personas rodeaba amplias zonas, formando lo que podría ser un “cordón humano”, para arrear a las vicuñas hacia corrales de piedra. Allí se realizaba el conteo de los animales y se seleccionaban los que serían utilizados para consumo o esquilado.
Con la colonización, las poblaciones de vicuña fueron cazadas indiscriminadamente. Si bien en 1825 Simón Bolívar dictó la primera ley de conservación de la vicuña, recién en 1969 se firmó el convenio para la protección y conservación de la vicuña entre Perú, Bolivia, Chile y la Argentina, texto fundamental para evitar su extinción. Según la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Flora y Fauna Silvestre (CITES), desde 2002 las vicuñas catamarqueñas están catalogadas en el Apéndice II, lo cual significa que la comercialización de su fibra es legal a partir del uso sostenible y controlado del recurso.
Reserva de la biósfera
Laguna Blanca, según la Unesco, ostenta una relación armónica entre la humanidad y el medio ambiente, por eso se la considera un importante reservorio natural y cultural. Creada para proteger a la vicuña, conviven allí cuatro poblaciones: Laguna Blanca, Corral Blanco, Aguas Calientes y La Angostura, que también se dedican a la cría de ovejas, cabras y llamas.
“El chaku es muy interesante para la gente del lugar por sus distintos aspectos, sociales, culturales y ancestrales. También porque les permite mejor su situación económica, ya que con la captura cada año obtienen un porcentaje de la fibra de vicuña y así pueden elaborar las prendas que en unos meses estarán en exposición y venta”, agregó Suárez.
Valdrá la pena, luego de participar del Chaku, compartir con ellos los saberes de su vida cotidiana en un entorno geográfico de incalculable belleza, en medio de la Puna catamarqueña. Por ejemplo, visitar a los tejedores catamarqueños, que han recuperado técnicas ancestrales en sus telares y dan a luz piezas de incalculable valor por la tradición y la cultura que transmiten de generación en generación, del norte al sur y del este al oeste de la Argentina y del mundo. Laguna Blanca los invita a sumar sus manos a la ronda del Chaku. Más información: Municipalidad de Villa Vil: 03832-15405111 / 0351-15691720 /22. E-mail: revillagra74@yahoo.com.ar; www.turismocatamarca.gov.ar
Fuente: La Capital Turismo
http://www.lacapital.com.ar/ed_turismo/2009/11/edicion_54/contenidos/noticia_5262.html