Desde San Salvador de Jujuy sale el camino hacia la quebrada que comienza al norte sobre la Ruta Nacional 9, bordeando el río Grande durante gran parte de su recorrido.
El comienzo de las tonalidades se pueden ver a 40 kilometros de la capital, en el pueblo de Volcán, donde llama la atención el tinglado del ex Ferrocarril General Belgrano y la vieja estación de estructura industrial inglesa, donde hoy está la feria local con ropas, dulces, quesos y arte nativo. En esta primera posta en la Quebrada, se puede conocer el antiguo Pukará y El Antigal (cementerio sagrado).
Siguiendo 10 kilómetros nos encontramos con Tumbaya, el primero de una serie de asentamientos prehispánicos de los indios omaguacas, que alcanzaron su esplendor en la región entre los años 850 y 1480, bajo el dominio de diferentes tribus.
Hay que conocer la iglesia de Tumbaya, construida en el año 1796 y conserva valiosas pinturas de la escuela cuzqueña, piezas de orfebrería y alabanzas al cura violinero San Francisco Solano, junto con otros ritos antiguos a la Pachamama.
Siguiendo, hace presentación Purmamarca, una de las tres localidades más famosas de la Quebrada. En lengua aimara significa “Pueblo de tierra virgen”.
El pueblo del cerro De los Siete Colores es un tesoro que hay que cuidar y conservar lo más inalterable que se pueda. Hay que caminar para conocer Purmamarca, sus construcciones, su gente, el mercado de la plaza, la parroquia Santa Rosa de Lima.
En toda la quebrada se puede degustar de tamales, humitas y empanaditas caseras de carne, queso de cabra o mondongo, además de disfrutar de las peñas y los músicos de la plaza.
Siguiendo por el camino, hay otros lugares para conocer como el Camino de los Colorados y las Salinas Grandes.